En reemplazo de una orquesta extranjera que canceló su visita, la Fundación Beethoven tuvo la estupenda idea de contratar a Paolo Bortolameolli, que se encontraba en nuestro país para dirigir a la Sinfónica, que a su vez había cancelado sus presentaciones, y gracias a esta circunstancia Bortolameolli que ya es director asociado en Los Ángeles, obtuvo un nuevo triunfo.
De esta forma fortuita y afortunada el joven director debutó en la Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas, la presentación incluyó a la estupenda y hermosa chelista española Elisa R. Sádaba.
Actuaron con Solístico de Santiago, orquesta conformada en base a músicos de la Filarmónica, que en esta oportunidad agregó a intérpretes de la Sinfónica, Orquesta Usach y a jóvenes emergentes, en un programa con obras de Shostakovich y Beethoven. Al parecer el nombre del director ya es muy convocante, puesto que el Municipal de Las Condes se encontraba lleno de un público expectante, por las dos desafiantes obras del programa.
La velada se inició con el bellísimo y complejo Concierto N.º 1 para violoncello y orquesta, Op. 107 en Mi bemol mayor de Dmitri Shostakovich, obra de innumerables desafíos para su intérprete, desafíos para los que Elisa R. Sádaba está más que preparada, pues a pesar de su juventud, ya ha obtenido una serie de galardones como solista.
Ella tiene un poderoso y bello sonido, su afinación es impecable, frasea y articula con extrema musicalidad, además como es extraordinariamente expresiva su versión (de memoria) del concierto de Shostakovich, mantuvo en constante tensión al público.
La obra es igualmente compleja para la orquesta, por sus constantes contrastes rítmicos y de carácter, en esto, el gesto claro y preciso de Bortolameolli fue fundamental en la cohesión del discurso musical.
El sólido sonido de Elisa R. Sádaba se apreció desde el inicio del primer movimiento del concierto, al que agregó mucho carácter en la interpretación, acentuando los perfectos diálogos con la orquesta, destacaremos los eficaces planos sonoros entre la solista y la orquesta.
El segundo movimiento Moderato, con su carácter expresionista a ratos lamentoso, que tiene como obligato al corno, presenta un abigarrado diálogo con los instrumentos, obligando a la batuta a manejar el balance de manera que, tanto voces instrumentales como el chelo hagan oír sus frases temáticas, creemos que en este sentido fue uno de los tanto éxitos de la versión, al mantener permanentemente su oscura expresividad.
La Cadenza, que en sí constituye el tercer movimiento, es una verdadera síntesis de dificultades, con dobles cuerdas, armónicos, quiebres rítmicos, así como pequeños diálogos con algunos instrumentos, fue un triunfo absoluto para Elisa Sádaba, dando a entender que sin duda llegará a ser una de las grandes solistas en su instrumento.
Una vez más el corno será protagonista en esa especie de ostinato, que marca melódica y rítmicamente el tercer movimiento, algo que también imita el resto de los instrumentos, en su interacción con el chelo. La gran progresión en medio de todo tipo de dificultades rítmicas y melódicas para la solista tanto como para la orquesta, concluye con el súbito e impactante final, que arrancó ovaciones tanto para la solista como la orquesta y su notable corno Eugenio Cáceres.
Como encore ofrecieron un hermoso arreglo para chelo y orquesta, de una obra para piano de Granados.
En la segunda parte interpretaron la Sinfonía N.º 3 en Mi bemol Mayor “Heroica” de Ludwig van Beethoven, en una versión electrizante por lo enérgica, tomada a un tempo tan rápido como arriesgado, en particular para un grupo que no tuvo muchos ensayos, y que debe haber dedicado gran tiempo de estos, a la preparación del concierto de Shostakovich.
Esto se tradujo en una versión que enfervorizó al público por lo brillante, pero que debemos reconocer se acercó a ratos peligrosamente a lo estridente, en más de algún momento hubo exceso de entusiasmo y sonido en el timbal, tanto como en los bronces, así como también el que algunos enlaces de secciones fueran poco ajustadas.
Más de alguien pudo haber encontrado poco solemne la Marcha fúnebre, pero respondió al carácter general de la versión; que en todo caso a nadie dejó indiferente, y más aún, dejó la sensación de heber escuchado una versión muy ajustada al carácter joven y apasionado de Paolo Bortolameolli, quien extrajo lo mejor de cada uno de los músicos que conformaron esta vez Solístico de Santiago.
Nos preguntamos, con el éxito logrado en esta ocasión, no valdría la pena repetirlo en la próxima temporada, para así tener todo el tiempo necesario para la conformación del grupo y sus respectivos ensayos, ampliando de esta forma el repertorio de la Temporada, con un director que sin duda es internacional.